Canciones del Abismo

La noche viene de nuevo, envolviendo el mundo con un velo oscuro. El protagonista despierta para encontrarse con esta oscuridad infinita. Sus pulmones se llenan de noche, como si fueran agua en un pozo olvidado, donde la luna mira silenciosamente.

Incluso cerrando los ojos, se queda en la oscuridad. Sin sentir nada, mira dentro de sí mismo como si fuera un ciego, sin encontrar ninguna respuesta. Sólo una noche alrededor, silenciosa e interminable.

En su ajetreado día, lleno de voces y ruido, sólo ve un vacío en los rostros de sus seres queridos. Pero la noche es una realidad diferente, la rodea con un velo estelar, convirtiéndola en su elegida.

Su mirada se precipita en los ojos de una noche llena de estrellas. Él ve a estas estrellas desmoronarse, dejando sólo un vacío en su alma. La noche lo domina, llevándolo con gestos de manos transparentes, haciéndolo servir como un títere.

Ella le habla en idiomas incomprensibles, se refleja en espejos incomprensibles para el héroe. Ella lo deja solo, pero siempre presente en su alma, volátil y misteriosa.

La noche le trae cansancio, llenando su ser como si fuera un organismo carente de corazón. Siente como el cansancio lo absorbe, privándolo de la capacidad de pensar y sentir.

Lleva encima una cruz de sufrimiento y frustración, delirando por un camino desesperado. Frente a él se extiende un desierto donde cada grano de arena le resulta familiar. Sólo ve un vacío en su camino, carente de sentido.

En sus ojos se refleja la Eternidad, insondable y despiadada. Oye el susurro de la voz de la Evidencia que llena su alma de oscuras predicciones.

El héroe se da cuenta de que su víctima es inútil. Ni quedarse con la noche ni dejarla le traerá alivio.

01.05.2024